Camilo Torres, Encargado de Elaborar el Memorial de Agravios en Nueva Granada.
El memorial no era un documento independentista; aunque nunca se envió a España porque fue escrito en términos muy arrogantes, su lectura es muy útil para comprender los intereses y motivaciones criollas; se deseaba participar del poder político, sin que esto significara una ruptura definitiva con el poder español.
El problema de la representación quebrantó la confianza de los criollos en la Junta Central. Las juntas americanas de gobierno fueron, en su mayoría, partidarias de guardar fidelidad al rey y de mantener su autonomía del gobierno central. El 19 de julio de 1810 en Caracas, los criollos depusieron al capitán general y proclamaron una junta suprema. En Nueva Granada hubo movimientos similares en varias ciudades; el de Santa Fe condujo a la formación de una junta de gobierno.
El Movimiento del 20 de Julio de 1810
Este movimiento, planeado y dirigido por criollos o notables santafereños, culminó los movimientos sucesivos de Cartagena (22 de mayo), Cali (3 de julio) y Socorro (10 de julio), que llevaron a sustituir las autoridades españolas por Juntas de Gobierno, formadas en su mayoría por criollos, con el propósito de ser fieles a Fernando VII.
Tal como se había decidido en las reuniones preparatorias, la revuelta se efectuaría un día de mercado para contar con el apoyo de la multitud reunida en la plaza. La recepción que se planeaba ofrecer a Antonio Villavicencio (comisionado por la Junta Central para dialogar con los criollos neo-granadinos), el florero que se solicitó al español José González Llórente y su negativa en términos ofensivos a los americanos, sirvieron de pretexto para encender los ánimos de la multitud contra los chapetones, como se llamaba despectivamente a los españoles. Los chisperos o criollos jóvenes, ubicados en diferentes lugares de la plaza, organizaron una manifestación popular que se prolongó todo el día, bajo el grito de ¡Cabildo abierto!... ¡Queremos Junta!
El apoyo popular definió el éxito del movimiento. Según consta en las crónicas de la época, la plaza permaneció llena, en espera del cabildo abierto, sin que ello significara que el pueblo santafereño se identificaba con los motivos de los criollos al promover la revuelta. Para el pueblo, cabildo abierto significaba una oportunidad para elevar peticiones al gobierno y conseguir sus reivindicaciones. Así lo comprendió José María Carbonell, un criollo joven que asumió el liderazgo de la multitud y respaldó las aspiraciones del pueblo reunido en la plaza. Pero los dirigentes criollos, que aspiraban a obtener su cuota de poder político, no pensaban en revolución social.
La revuelta del 20 de Julio culminó con la creación de una Junta Suprema de Gobierno y con la firma del Acta de ¡a Revolución¡ que guardaba fidelidad a Fernando VII y reconocía la autoridad de la regencia. La Junta la integraron quienes habían promovido el movimiento, pero se nombró al virrey AlttáÍ y Borbón presidente de la misma. Vicepresidente fue designado el criollo José Miguel Pey. El 26 de julio se eliminó la cláusula que reconocía la autoridad de la regencia y se sustituyó por otra que proclamaba la independencia del Consejo de Regencia. Se mantuvo, sin embargo, la fidelidad al monarca.
El movimiento del 20 de Julio no fue un grito de independencia absoluta. Representó el momento —dentro del proceso emancipador— en que los criollos asumieron el gobierno del virreinato sin reconocer autoridad intermedia entre el rey y la provincia. Sin embargo, en los meses que siguieron el movimiento fue más lejos. El 11 de noviembre de 1811 la provincia de Cartagena desconoció la autoridad de Fernando VII y declaró su independencia absoluta.
Otras provincias siguieron su ejemplo:
Cundinamarca, Antioquia y Tunja se proclamaron estados libres e independientes de la Corona en 1813. Esta radicalización del proceso independentista se explica, en parte, por la debilidad del gobierno español representado por la Regencia. España atravesaba por una de sus peores crisis y en su interior se libraba un movimiento independentista contra los invasores franceses. La metrópoli carecía de unidad y era incapaz de gobernar los territorios de ultramar. El imperio español no contaba con medios para controlar las aspiraciones independentistas en las colonias.
PREGUNTA: La revuelta del 20 de julio terminó con: