Significación Teórica del Marxismo
El objeto fundamental de la filosofía para Hegel era buscar la identidad de la experiencia con la explicación de la misma. Identidad que no es un simple dato sino que debe articularse explícitamente. La dificultad para reconocer esta identidad fue superada por Hegel en una concepción dialéctica y evolucionista del espíritu a través de su propia experiencia. Experiencia del hombre y de la humanidad explicitada de manera racional por la filosofía. El pensamiento del filosofo es indispensable e indiscernible sin la experiencia; no obstante esta reciprocidad sólo se hace autotrasparente en el “saber absoluto”.
La filosofía en cuanto “ciencia del saber absoluto” es la ciencia. Todas las ciencias particulares se funden en la explicitación adecuada del espíritu en su autotrasparencia. Se da así una identidad de la experiencia y del saber (saber absoluto). La filosofía suprime toda distancia con el objeto, brindando una forma de conocimiento cuyo objeto es el saber mismo.
La filosofía tiene una función de conocimiento de la verdad en s naturaleza dialéctica. Ella debe captar lo verdadero como sustancia y como sujeto, debe asumir la plenitud concreta según sus determinaciones y saber formular sobre ellas un juicio serio. Captar lo verdadero es captar el devenir mismo de la verdad. Se trata de construir un sistema que pueda hacer aparecer la verdad, la esencia de la realidad, la forma y contenido de esta realidad.
La captación en cuanto sustancia significa que la apropiación conceptual de la sustancia no se hace por un medio de un pensamiento que se situaría frente a ella como extraña; por el contrario, este conocimiento no es otra cosa que el conocimiento que la sustancia tiene de sí misma a lo largo del proceso histórico.
La captación como sustancia y como sujeto exigirá entonces entender el conocimiento como automovimiento del concepto. El conocimiento filosófico es conocimiento de la verdad antes que ser conocimiento de la realidad. Pero como no ha separación inicial entre pensamiento y ser, será posible para el hombre alcanzar “el saber absoluto” y establecer como objeto del conocimiento la trasparencia del discurso. No existe nada más allá del saber y es en el concepto en donde encuentra la verdad del elemento de su existencia.
Este proyecto tenía como condición que el espíritu hubiese acabado ya con el modo de su ser-ahí-con el mundo de la representación; Hegel considera que tal es la coyuntura de su tiempo y por ello tomando conciencia de la radical desintegración del saber y de cultura, está en un esfuerzo supremo el principio que habría de instaurar la unidad y la totalidad. Este principio es la razón. Ella es la forma verdadera de la realidad, en ella todos los antagonismos del sujeto y del objeto se integran para formar una unidad y universalidad autenticas. Su proyecto se hace sistema, visión de la totalidad a la luz de la razón.
Se entiende así porque el proyecto de Marx es el exacto opuesto. Marx no rechaza el universal sino la concepción del universal que permite en Hegel la absorción del particular, del concreto. Esto es, a los ojos de Marx, mistificar el concreto y reducirlo a un “momento” (determinación) en el desarrollo del saber absoluto.
Su alternativa es, por lo tanto, una comprensión de la realidad que pretende excluir toda mistificación, todo sacrificio del ser al saber pero que mantiene el movimiento en el interior de uno y otro. En el discurso de Marx encontramos una visión de la praxis humana elaborada a partir del hombre social, del hombre cuya esencia es el conjunto de sus relaciones sociales, del hombre ser genérico, prolongación de la naturaleza, esencialmente diferente del animal, productor y trasformador de la naturaleza por el trabajo, sujeto histórico, racional y libre. Visión de la praxis humana que revierte sobre un horizonte ideológico puesto que conlleva una visión del mundo totalizante (cosmovisión) y dinamizadora de los procesos históricos.
Conviene señalar, no obstante, que el marxismo no se reduce a una ideología exclusivamente. Al trasfondo de su concepción de la “totalidad concreta” permanecen presupuestos de orden ontológico que orientan y condicionan el conocimiento de la misma.
El horizonte científico se articula de una doble manera. En cuanto metodología que implica el estudio de las leyes más generales del movimiento de la naturaleza, la historia y el pensamiento (dialéctico) y en cuanto teoría del conocimiento.
Estos horizontes se encuentran unidos constituyendo un único discurso. Su distinción conceptual es sólo posible como artificio de la reflexión y para facilidad de la exposición. En este hecho estriba el que sea particularmente difícil la determinación del estatuto teórico de un “discurso concreto” que se presente como marxista.
PREGUNTA: ¿La filosofía en función del conocimiento de la verdad, qué debe captar?