GUILLERMO VALENCIA (1873-1943)
Guillermo Valencia hizo su aparición en la literatura al mismo tiempo que un nuevo fenómeno literario surgía en las letras hispanoamericanas: el Modernismo. Este movimiento en sus alcances más amplios no se limitaba a los autores hispanoamericanos únicamente, sino que más bien representaba la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu que inicia hacia 1885 la disolución del siglo XIX y que se había de manifestar en el arte, la ciencia y la religión.
En Colombia las primeras ideas modernistas se manifestaron en la obra de José Asunción Silva, quien renovó la poesía colombiana por completo, siendo el primero en introducir nuevas combinaciones métricas que dieron mayor flexibilidad al verso. Además, sus poesías adquirieron una calidad hasta entonces desconocida en la poesía colombiana: la musicalidad. Escogió las palabras más por el sonido que por el significado, artificio que había aprendido de Bécquer, Baudelaire, Verlaine y Mallarmé.
Es evidente que de Silva recibió Valencia la iniciación en las corrientes literarias en boga. Bogotá tenía entonces el prestigio de sus cenáculos literarios, donde los poetas recitaban su poesía y comentaban la nueva literatura. Valencia muy pronto llegó a ser un habitual contertulio de esos cenáculos. Durante su primer año en Bogotá conoció a Baldomero Sanín Cano quien influyó mucho en la formación de los escritores y poetas jóvenes, por haber sido uno de los primeros introductores de las nuevas ideas europeas en el arte, la literatura y la filosofía en Colombia.
Aunque el amor no juega un papel primordial en la poesía de Valencia, hay varias composiciones líricas que tratan de ese tema vital. En Motivos el poeta glorifica el amor puro. La primera parte del poema, "A la manera antigua", presenta el tema del amor de manera convencional. El poeta describe a la mujer a quien ama mediante imágenes sencillas y directas. Mientras que en la segunda parte, "A la manera moderna", desarrolla el tema siguiendo los preceptos de la escuela simbolista, muy en boga cuando Valencia publicó el poema en 1897 14. El poema tiene imágenes complicadas y requiere que el lector forme parte de ese mundo de significado simbólico:
Un mirto reflejóme, de macilentos troncos, que oyó morir sus hojas entre sonidos roncos y desamparo nocturnal; sobre su hendido pecho crece una irídea blanca que vivirá si un hálito de tempestad no arranca al viejo amante tropical...
La perfección del verso era una de las metas del arte poético de Valencia: "sacrificar un mundo para pulir un verso" (Leyendo a Silva). Además tenía la preocupación por la musicalidad del verso, típica en la mayoría de los poetas modernistas. El poeta utilizó todas las formas tradicionales y además las nuevas formas con que el Modernismo renovó la prosodia española.
Vestía traje suelto de recamado bisoen voluptuosos pliegues de un color indeciso,y en el diván tendida, de rojo terciopelo,sus manos, como vivas parásitas de hielo,sostenían un libro de corte fino y largo,un libro de poemas delicioso y amargo.De aquellos dedos pálidos la tibia yema blandarozaba tenuemente con el papel de Holandapor cuyas blancas hojas vagaron los pincelesde los más refinados discípulos de Apeles:era un lindo manojo que en sus claros lucíalos sueños más audaces de la Crisografía...
Fragmento: Poema Leyendo a Silva (Guillermo Valencia)
PREGUNTA: Una de las metas del arte poético de Guillermo Valencia fue: